viernes, 14 de noviembre de 2008

Para abrir boca


En espera de una sorpresilla que estoy preparando, y que tiene que ver con Benito Pérez Galdós. Ya comenté en otra ocasión una famosísima novela de este genio del Arte español. No hace falta ser un estudioso, pero sí haber leído toda su obra, para darse cuenta de la evolución que su Literatura sufrió en el trascurso de su vida, y que va irremisiblemente unida a la evolución de su pensamiento político y social, y a la marcha de la sociedad entera (especialmente por lo que tocaba a la burguesía madrileña). A quien le interese mucho, le recomiendo un par de imprescindibles artículos galdosianos en los que se ve perfectamente esa evolución. Uno es "Observaciones sobre la novela contemporánea en España" (1870) y el otro, "La sociedad presente como materia novelable" (1897). En los 27 años que median entre uno y otro escrito, Galdós modificó el punto de vista para la novela del Realismo de manera radical: pasó de una confianza en la clase media y en la alta burguesía en que serían éstos quienes resolverían los problemas políticos de España ya que tenían para ello los medios económicos necesarios, a abominar de esta misma clase cuando comprobó que, en vez de acometer las reformas a que estaban llamados, se habían dedicado en perder el tiempo imitando a la podrida aristocracia de la Restauración en usos y costumbres; y así volvió el rostro hacia el pueblo llano, hacia la clase obrera que cargaba sobre los hombros el peso excesivo de una sociedad que lo esclavizaba y necesitaba a partes iguales, peso que Galdós confiaba en que terminaría sacudiéndose de encima con la fuerza que le darían unos ideales más puros, dignos y desinteresados que los de la decadente clase alta.
Es por eso que el contraste entre Fortunata y Jacinta (1887) y la novela que traigo hoy bajo el brazo, Misericordia (1897), es tan acusado. En Misericordia, los personajes de clase media, aspirantes a una vida que no pueden llevar, y carentes de la humildad necesaria para admitirlo y salir adelante por sus medios, se presentan dependientes de aquellos a los que desprecian, encarnados en la figura de Benigna, "Nina", una figura tan admirable como fascinante, que encarna la abnegación y la sencillez más acendradas como tesoros de un corazón puro e ingenuo que entiende la vida como debe ser entendida, y que sufre por lealtad y bondadosa rectitud, y por la compensión de la situación de aquellos a los que se entrega en cuerpo y alma, según su natural benigno y misericordioso.
El escenario de la novela es un Madrid desconocido. Lejos del barrio de Salamanca, la acción se orienta de Atocha hacia afuera, hacia los suburbios. Lejos del campanario burgués de la catedral vetustense, las iglesias de Misericordia se miran desde las puertas donde se apostan los mendigos, luchando cada día por su porción de limosna. El arrabal, con sus mujeres desclasadas, sus niños revolviendo en la basura, su podredumbre, la miseria de los hospitales, cárceles y hospicios de acogida, las casas de prostitución, las tabernas, las cavas, la angustia que transmite el ciego Almudena, el mundo de los sueños y los deberes, la piadosa frontera entre la verdad y la mentira dulce, y la posibilidad de dignificar todo este ambiente, horrible sólo si se mira desde una posición acomodada, pero de tremenda fuerza y verdad si se sabe aprovechar la pureza y las ganas de cambio de sus gentes; todo esto es Misericordia. Y mucho más.

7 comentarios:

leo dijo...

hola gracias por visitar mi blog y por tu comentario, siempre es grato recibir más personas por mi pequeño rincón.

quedas invitada para cuando gustes¡¡¡

venga un beso y nos leemos¡¡¡

leo

Anónimo dijo...

Bueno Galdós es dios...como quien dice...veo que compartimos gustos en otras coas además de un profesor y alguna poesía...
Me ha encantado este post!!!
Y no pases tanto por el mío que al final te agobias

Jorge Quirós dijo...

Que gran libro. Lo increíble es el aire de dignidad del que se reviste Benita durante toda ella. Dignidad merecida, no buscada. Sus hactos la hacen digna, no su actitud...
para mí es lo más logrado del libro.
besos!

Ego... dijo...

¡Vaya! Siempre me llamó la atención Galdós. Y nunca leia nada suyo, hasta que descubrí Marianela. Me gustó.
Misericordia tiene buena pinta. Aunque no sé, no sé. Sabes vender lo que recomiendas tan bien que dan ganas de leer todo lo que dices.
Besos

jm dijo...

Desde luego que las novelas de Galdos, nos muestran el reflejo de la época en que vivió. Sus costumbres, su forma de pensar, etc,. Eso es lo que más me gusta de ellas.

Arc dijo...

Un buen Post, me puedo imaginar la sorpresa que nos tienes preparada¡¡¡ estoy muy expectante¡¡¡¡ De Galdós lo único que he leído es Trafalgar y me gusto bastante, además por Misericordia te pido que terminemos de ver Fortuna y Jacinta

AliciA dijo...

Leo: un beso, guapa!

Didac Valmon: Galdós es Dios y Clarín es Jesús. He aquí mi catecismo literario.

Frikilósofo: no me sorprende que adores a Benigna, si recuerdas el pasaje final, ella está ahí para eso.

Ego: Estoy feliz! Ése es el propósito del blog, que los lectores lean los libros que comento, porque muchas veces no se tiene un "fondo de estantería" para ir leyendo y se coge cualquier cosa, cuando hay clásicos cuyo obligado conocimiento no excluye en absoluto un intenso disfrute. Describiros y descubriros a los demás esas obras es mi propuesta.

JM: das en el clavo, el recurso más llamativo de Galdós es la descripción, la reproducción de ambientes es su punto fuerte.

Arc: se quedó a medias para que te leyeras el libro. Ya no te acuerdas?