lunes, 16 de marzo de 2009

El sueño de Venecia


Premiada con el premio Herralde de novela, esta obra se ha convertido ya un referente cultural más. Aunque, claro está, dista mucho de ser un clásico, El sueño de Venecia (1992) de Paloma Díaz-Mas es una sorprendente y enriquecedora lectura, muy fresca, inteligente y, por tanto, recomendable.

Qué duda cabe de que la peripecia que la autora describe en las no muy numerosas páginas de su obra no es lo más llamativo de ésta. Las visicitudes por las que pasa un cuadro como objeto fetiche a lo largo de unos cuatrocientos años consitituyen una anécdota curiosa y magistralmente imbricada en una trama cuyo máximo punto de interés no es su desarrollo, sino el estilo literario empleado.

Las palabras de El sueño de Venecia recrean un estilo diferente en cada capítulo, cada uno de ellos imitando de manera escalofriantemente exacta una manera de escribir típica de una determinada época literaria. Así, el primer capítulo está escrito como una novela picaresca, el segundo, como una novela epistolar, otro de ellos imita una novela realista galdosiana... La exactitud milimétrica, la recreación precisa de una manera de escribir inimitable para un autor de hoy, hacen de El sueño de Venecia un ejercicio de estilo cautivador, muestra impactante del vasto conocimiento literario de su autora (Catedrática de universidad y, en la actualidad, investigadora del CSIC, según creo), y de su dominio de la técnica narrativa unido a su habilidad magistral para mantener la tensión, la curiosidad y la admiración por el texto que convierten a los mejores libros en obras de culto.

La fotografía es de Ana Isar, obtenida de Flickr.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Interruptus


Que últimamente no cumplo muy a rajatabla mi propia imposición de escribir aquí con la frecuencia de una vez por semana no es ningún secreto. Vergüenza da la descuidada actualización de este blog en los últimos tiempos. La conexión a Internet, que ha venido siendo precaria (ahora parece que va bien, pero me da miedo decirlo en alto) y las seis asignaturas de Máster que tengo este cuatrimestre son las culpables. Respecto al Máster, he de decir que efectivamente estoy con la soga a la cuello, y apenas ha empezado marzo, no quiero ni pensar, no, qué será de mí en el temible mayo...

En fin, que por si mis muchas inquietudes fueran pocas, esta semana marcho para un congreso, el Congreso Internacional "Lectura y Culpa en la Europa del siglo XVI", que se celebra conmemorando el 450º aniversario de la publicación del Index Librorum Prohibitorum, una lista que ha estado renovándose hasta hace bien poco y que ha incluido obras desde el Lazarillo hasta Madame Bovary, Los Miserables, la Enciclopedia de Larousse, la Crítica de la razón pura, de Kant, el Libro de su vida de Santa Teresa de Jesús... Libros tan terribles para la Fe católica que no merecía la pena expurgar, sino que se eliminaban de las posibles lecturas directamente.

Naturalmente, los libros incluídos en el Índice se seguían leyendo a escondidas, en dudosas ediciones secretas, copias manuscritas o con falsas cubiertas... Ni que decir tiene que poseer uno de estos libros era mérito para los más severos castigos y, aunque la presión sobre las lecturas se fue relajando a medida que pasaba el tiempo (pasando de ser una prohibición a una recomendación), el panorama cultural europeo hubiera sido muy distinto si todas las obras hubieran circulado con libertad.