jueves, 24 de julio de 2008

Cuando una lectura es demasiado larga...

... como la que voy a recomendar hoy. Tras una semana entera de vacaciones en las que he tenido la suerte de valorar cuánto pueden dar de sí las horas bien aprovechadas, os traigo una pequeña reflexión sobre las novelas de más de 1000 páginas (lo que yo entiendo por una novela larga) y la recomendación de la mejor novela que se ha escrito en castellano en la última década: El mundo en la era de Varick (1999), de Andrés Ibáñez.

Cuando atacamos una novela extensa, debemos tener, ante todo, paciencia inicial. Las novelas con una estructura simplista y descuidada funcionan de manera serial: cada capítulo sólo busca un efecto final que dé al lector la sensación de que la novela es más ágil de lo que realmente es. Pero antes, cuando el objetivo principal no era vender un millón de ejemplares las primeras 48 horas de venta, las novelas podían tener una estructura más meditada, en la que la acción no tenía por qué ser trepidante desde las primeras veinte páginas, porque contaba con la paciencia del lector. Obviamente, éstas son las buenas obras, porque se supeditan sólo al arte.

Así es como hay que leer El mundo en la era de Varick. Se trata de una novela sorprendente, ante todo y desde todos los puntos de vista. Es sorprendente la trama y el desarrollo, y son absolutamente nuevos y originales todos los planteamientos y recursos lingüísticos y literarios. La historia que cuenta es extremadamente nueva, y las relaciones entre las personas están tratadas desde la más impresionante cotidianeidad y normalidad (la historia se desarrolla en la época actual), a pesar de que son especiales. Al principio toda esta novedad, tan refrescante y estimulante, puede producir rechazo, sobre todo porque hay que seguir leyendo para empezar a comprender lo que está pasando (y eso hace que muchos opten por abandonar la lectura), sin embargo, cuando se ha entendido la clave del desarrollo de la historia, y se tiene la mente abierta a lo que se nos quiera contar, no se puede ya parar de leer.

El lenguaje es delicado, pero firme y extraordinariamente preciso. Una de las cosas que a mí más me impresionaron del libro fue la riqueza de vocabulario, por completo abrumadora, y la novedad del discurso. Os dejo un fragmento al azar, y deseo que disfrutéis de esta gran joya moderna.

Pasó una calesa verde y dorada con una mujer muy pálida en la ventanilla que saludaba con las manos enfundadas en unos guantes color violeta, y Marcel, en su desvarío, creyó que se trataba de Rita que le decía adiós (pero ¿por qué iba a decirle adiós al verle en la calle, si ni siquiera le miraba a los ojos cuando le tenía a su lado en una habitación?) y echó a correr tras ella. En aquel momento captó mi atención una bella y apetitosa Iris Desiderata que revoloteaba sobre los laureles rosa como atraída y repelida al mismo tiempo por su bella flor venenosa. Los alegres corimbos de adelfas, ondeando con la brisa, parecían llamar a la mariposa con su dulce lenguaje sin palabras, y era como si me llamaran a mí también.

El libro está publicado en Siruela.
El dibujo de la foto es de Sergio Gallego sobre un pasaje del libro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.
Arc dijo...

Es un libro que despierta la imaginación. Buena ilustración