miércoles, 14 de mayo de 2008

¿La perversión o el amor?



No es mucho lo que se ha escrito acerca de uno de las novelas más perturbadoras del siglo XX, cuyo principal logro es haber creado un personaje estereotípico, perfectamente fijado, recurrido y recurrente al que todo el mundo conoce, haya leído o no Lolita (1955), de Vladimir Nabokov.

¿Por qué fue (es) Lolita una novela escandalosa? No sólo por la cruda recreación del amor de un casi cincuentón por la niña (doce años no son adolescentes) Dolores Haze, la descripción de su insano e irrefrenable deseo y las peripecias a las que le lleva. Lolita es una niña perturbadora porque su mezcla de inocencia y picardía es perfecta. Uno de los pilares sobre los que se asienta la novela, grosso modo, es esta ambigüedad en el personaje objeto de deseo, que maneja la invitación y el rechazo, que ofrece el placer justo antes de retirarlo con un mohín inocente.

No hay que olvidar que la novela está narrada con la voz del pederasta Humbert Humbert, con lo que el dibujo de Lolita se presupone deformado por la mirada del pervertido ¿Es ambigua Lolita o se lo parece a Humbert? ¿Hasta qué punto convence éste al lector de que lo que siente es amor? En mi opinión, la novela escandaliza profundamente porque el análisis que Nabokov ofrece de Humbert llega a poner al lector de parte de éste y... ¿quién quiere sentirse identificado con un pederasta? Efectivamente, el lector rechaza comprender a Humbert y se escandaliza cuando se contempla a sí mismo deseando a Lolita, deseando que Humbert consiga a Lolita.

Leer esta novela es una experiencia abrumadora. La maestría con la que Nabokov (exiliado ruso) pinta la América hipócrita de los años 50, fotografía la sordidez de la huida en carretera, la cultura del motel, del vinilo, es admirable; la fachada de la modernidad y la vida perfecta de postguerra, la gazmoñería de la moral establecida y de la viuda de guerra hambrienta de sexo mientras enfría una sonrisa y un apple pie en el alféizar configuran el trasfondo perfecto para la aventura de Humbert.

Olvidad las fronteras cabales del amor y del sexo entre las tapas de Lolita, dejáos atrapar por Humbert, ese desdichado, pero recobradlas al cerrar el libro: no son nínfulas, son sólo niñas...
lala
"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Mi pecado, mi alma. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos desde el borde del paladar para apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana,
un metro cuarenta y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuan­do firmaba.
Pero en mis brazos era siempre Lolita."

8 comentarios:

Arc dijo...

Para mi el señor Humbert es un enfermo, y no siente amor por su Lo, solamente es un trofeo. Hubo momentos de la novela donde despreciaba al "señor" Humbert y no deseaba seguir leyendo.

Jorge Quirós dijo...

jaja, ma gustao eso de la viuda de guerra hambrienta de sexo. molaría que pusieras cosas de esas a menudo!

Javier dijo...

Recuerdo haber leido ese libro, con la música de Buddy Holly sonando de fondo en mi cabeza, o con canciones como "Venus in blue jeans". Estoy con arc en que Humbert es un enfermo, y que no fue amor lo que sintió por Lolita, sino un impulso irrefenable fruto de su enfermedad. Fue Lolita, como pudo haber sido... Manoli, por ejemplo.

Fantástico el personaje de Lolita. Kubrick, por su parte, eligió a la mejor "Lolita" cinematográfica. Lástima que ya fuera adolescente y no una niña. Esta doble moral americana...

Se sentiría agitado Humbert por el mismo tipo de sentimiento que experimentó Lewis Carroll por Alicia Lidell?

AliciA dijo...

Yo no digo que no sea un enfermo, sino que el autor consigue que llegues a empatizar con él, y eso es lo que más impresiona al lector. No he hablado nada sobre el final para no desvelarlo, pero quedan claros algunos puntos de la personalidad de Humbert, y es ahí donde se duda acerca de la perversión o el amor.

Mmmm... Javier, has tocado uno de mis temas favoritos...El de la relación Carroll - Alice, tan complicada. ¿Experimentó Carroll un restraint victoriano, que era lo que le faltaba a Humbert? ¿Era un pederasta, como lo entendemos hoy? ¿Amó a Alice porque era ella o porque era una niña? ¿Amó a Alice, siquiera?
Ay, me temo que cuatro de las páginas del diario de 7 volúmenes que Carroll meticulosamente llevó toda su vida fueron arrancadas por su sobrino, con lo que nunca lo sabremos...

Fer dijo...

Conste que fui de los primeros en leer el post, pero que desde el curro no puedo comentar...

Pues a mí la sinopsis que ha hecho me ha dado morbo, qué quieres que diga...

"Javi", me uno a Alicia en el tema de Carroll... Creo que plantearse el tema de si estaba enamorado de la señorita Lidell es menospreciar su obra por culpa de una visión todavía muy romántica de la Historia del Arte, igual que elucubrar sobre si Leonardo era o no homosexual...

AliciA dijo...

Objetivo conseguido, entonces, Fer!
Lee la novela, por favor. No te arrepentirás, es una gran obra, sin ninguna duda, rotundamente.

Javier dijo...

Oye, "Fer", que me parece que en ningún momento he menospreciado la obra de Carroll,(básicamente porque no he hablado de ella), sino de si sería el mismo "sentimiento" de Humbert, sin entrar a valorar nada más.

Vamos, eso creo.

Jorge Quirós dijo...

ACTUALIZAAAAA!!!!!

porfaplis