sábado, 21 de febrero de 2009

Herejías


Hablar y pensar en voz alta, es decir, expresar el sentir íntimo y las convicciones personales, es algo que sigue molestando en general hoy en día. Todos hemos oído exhortaciones como: "Tú puedes opinar lo que sea, pero te lo guardas para ti", o "Está claro que cada cuál tiene su opinión, si tú no me vas a convencer ni yo a ti, ¿para qué sirve discutir?" Es penosamente habitual escuchar invitaciones al silencio, sobre todo de quienes tienen opiniones contrarias, en la España de hoy, y sobre todo también cuando esas opiniones se agrupan bajo el odioso (semántica y lingüísticamente) marbete de lo "políticamente incorrecto". Efectivamente, según mi opinión, la libre expresión es algo que hiere y ofende todavía. No hay más que atender al secuestro de ejemplares satíricos (una práctica decimonónica nada anormal) y a todas las formas de terrible censura que vivimos continuamente en televisión, radio, prensa... La censura se extiende por la familia, amigos, compañeros de trabajo o participantes del turno en la pescadería. En España no se puede hablar a viva voz, y casi nadie se resiste al subyugante atractivo de la figura de censor.
La diferencia entre la censura de hoy y la de antaño es que (de momento) la de hoy no cuesta la vida. Por los tiempos en que se ambienta la novela de Miguel Delibes El hereje (1998), dudar de ciertas consignas era el primer paso hacia el patíbulo. Muy poco mencionada por la crítica por el barniz de best seller que siempre matiza las esquinas del (mal) llamado "género histórico", lo cierto es que la fría acogida que el público lector brindó a El hereje demuestra que la novela no es tan sencilla ni tiene tantas concesiones a la narración frívola como cabría esperar.
Delibes defiende, a través de la historia de un grupo de protestantes vallisoletano en los tiempos de la Reforma, la idea de que la libertad de pensamiento de la que gozamos hoy tuvo que ser ganada vida a vida, desde los tiempos oscuros de la injusta imposición ideológica y moral.
El hereje es una novela muy firme, muy estable, sin fisuras y perfectamente documentada. La prosa se rinde a la aparente sencillez estilística de Delibes, que es más bien una precisión verbal y adjetival admirable. El tierno rigor exhibido en la pintura de personajes, en la prospección psicológica de los mismos, la ironía, la acidez y la rabia que comparte a veces, unida a una posición ideológica claramente determinada y fieramente defendida, hacen de esta novela de tesis una obra de lectura edificante, imprescindible.

El cuadro es de Julio Ruelas (1870 - 1907), obtenido de la web www.mexartmasters.com

miércoles, 11 de febrero de 2009

El mal poema


A la hora de estudiar un movimiento o corriente literaria, debemos tener en cuenta que, si bien casi todos ellos pueden esquematizarse en algunos rasgos característicos, aunque sea grosso modo, todos son deudores de la tradición anterior, ya que sería absurdo pensar que un poeta o novelista o dramaturgo al escribir su obra no tiene asimilado el corpus literario precedente, el contexto cultural en que se formó. No obstante, uno de los rasgos que, a mi modo de ver, hacen del Modernismo un movimiento especial, si se quiere, en su concepción, es el que define su carácter de superación de otro movimiento en vías de agotarse. No pocos críticos han señalado que las corrientes literarias parecen moverse a impulsos cíclicos, de manera que un movimiento cualquiera surge como reacción a los planteamientos de otro que inmediatamente lo precede. No obstante, el Modernismo surge como un movimiento de superación del Romanticismo, ya que no reacciona contra sus planteamientos, sino que agota los cauces de su expresión, se sirve de sus imágenes, bebe de sus conceptos y símbolos (el tiempo que huye, la melancolía y la tristeza como estados del alma, el lamento resignado, la vivencia onírica, escapista y oriental, el gusto por lo popular y el paisaje extraño...).
Mi debilidad por el Modernismo me lleva a traer hoy a La Letraherida los fantásticos libros de Manuel Machado Alma, Caprichos, El mal poema; reunidos por Castalia en un solo volumen. Alma explora un mundo interior a menudo lleno de pesimismo existencial. La nueva sensibilidad procede directamente del último lirismo intimista de Bécquer, que constituye de esta manera un eslabón hacia el Modernismo. Por otro lado, la defensa de la aristocracia estética y la libertad son las grandes bases de esta nueva sensibilidad, así como la defensa de la imagen torremarfileña como reducto de aislamiento. El poeta está encerrado en un mundo preciosista y exquisito, el mundo de sus propias ideas, al que es difícil acceder y que lo mantiene desconectado de la realidad, generalmente más cruda y prosaica. El agotamiento de los símbolos románticos lleva a Machado, en El mal poema, a escribir unos versos pícaros, canallescos, insultantes, fascinados por lo sórdido y lo feo, las amadas son prostitutas y bailarinas, la mayor diversión es la bebida, el mejor ambiente es el de la noche. El poeta se vuelve descarado, chulo y castigador.
Un libro perfecto para ir conociendo y disfrutando a un poeta tan olvidado, tan eclipsado por la figura de su hermano, al que es de justicia colocar ya en el lugar que le corresponde en la Literatura.

"Y mañana
hablaremos de otra cosa

más hermosa
si la hay,
y si me da la gana."
La foto es mía

martes, 10 de febrero de 2009

Enjuteces


Acabo de terminar mis obligaciones académicas, y me dispongo a informar de que nuevamente estaré impedida de poder comunicarme a través de esta página, y de visitaros en vuestros blogs. Escribo estas líneas usando una precaria conexión a Internet, porque la mía se ha estropeado y Orange no tiene a bien arreglármela. He pasado por algunos sitios, visto mi correo, etc. pero no quiero recomenzar aquí hasta no tener garantizada cierta asiduidad.
Por tanto, me despido, con el dolor de saber que hasta la abuela de Obama tiene Wi - fi y parabólica en su choza africana, mientras que yo, aquí, mendigo un poco de banda para hacerme oír.

Un beso a todos.